La mayoría de padres no tiene en consideración que el cerebro del bebé se divide en múltiples partes. Cada una de estas partes tiene diferentes cometidos. El cerebro cuenta con partes que nos permiten tomar respuestas primitivas o de supervivencia, o una zona mucho más racional. Tienes espacios que codifican y ordenan el lenguaje verbal, y otras que se encargan de analizar el lenguaje gestual. Sin embargo, las funciones que tienen cada una de las áreas cerebrales no sirven de nada si el niño no consigue integrarlas entre si. Por lo tanto, durante los primeros años los padres deberán contribuir a la salud del bebé a través de la integración cerebral
La clave para la salud física y mental del niño durante el desarrollo es la integración de las diferentes áreas cerebrales de forma armoniosa. La integración toma todas las áreas cerebrales y las obliga a trabajar de forma conjunta como un todo. Para entender esto, podemos ver el símil en el propio cuerpo. Aunque el ser humano esta compuesto por múltiples órganos que realizan funciones muy diversas. Es la integración de totas lo que consigue el bienestar. Al igual que en el cuerpo, el cerebro del niño no consigue rendir a su máximo nivel si sus diferentes zonas cerebrales no están integradas. La coordinación entre los lóbulos cerebrales o los hemisferios cerebrales tendrá como consecuencia una mayor estabilidad emocional con todas las connotaciones que esto tiene en el día a día del recen nacido.
Movimiento e integración sensorial.
Cuando el bebé se mueve necesita integrar los estímulos que le rodean de forma consunta para dar una respuesta motora. Esto implica que todas las áreas cerebrales se verán implicadas sobre cuando el niño se mueve. Percibir la distancia de un obstáculo, analizar su rigidez, mantener el equilibrio, etc, hace que todas las áreas cerebrales se activen cuando el niño esta en movimiento.
Por lo tanto, crear espacios que ayuden al niño a moverse en sus primeros meses de vida, no solo favorece su desarrollo físico, sino que además, a través de el ensayo y error va a contribuir a la integración sensorial de todas las áreas cerebrales.
Ser capaces de planificar motrizmente, y organizar su movimiento respecto al entorno le prepara para participar en cualquier situación social. La misma integración que el niño ha desarrollado para resolver problemas motores, la usará después para desenvolverse sin problemas en una situación de aula. La eficiencia del niño para decodificar los estímulos externos y ser capaz en su cerebro de organizarlos para dar una respuesta optima en el movimiento, será clave en su conducta, en la salud emocional y en el aprendizaje futuro.
El movimiento es una acción tan global que activa y conecta todas las regiones cerebrales. Necesita de la activación de las áreas perceptivas (oído, vista, tacto), de las áreas encargadas del equilibrio y la propiocepción del cuerpo en el espacio. Del lóbulo frontal y su capacidad de organizar la secuenciación del movimiento para que sea eficaz, así como, de toda la corteza cerebral y de las áreas motoras que enviarán la información necesaria al cuerpo. El movimiento es una de las acciones que no solo activa todas las áreas cerebrales, sino que, además las integra para que el movimiento que el niño realiza consiga un objetivo.
Un cerebro integrado es un bebé sano.
Cuando un niño, se cae, no es capaz de agarrar un objeto o mantenerse de pie a la primera es por dos motivos. El primero es que necesita la madurez biológica necesaria para conseguirlo y el segundo es que su sistema nervioso necesita conseguir la integración de múltiples áreas para conseguirlo. En esas acciones de ensayo y error el cerebro está generando conexiones nerviosas que consigan realizar la acción que imaginamos de forma satisfactoria.
Cuando el cerebro del niño no está integrado este tenderá a pasar el blando al negro. De los 0 a los 3 años es el hemisferio derecho del cerebro quien toma las decisiones. En el hemisferio derecho se encuentran las áreas más emocionales y primitivas del ser humano. Da respuestas donde actúa la emoción y no la razón y la lógica que se sitúa en áreas cerebrales del hemisferio izquierdo.
Un niño cuyo cerebro no sea capaz de conectar el hemisferio izquierdo don el derecho pasará de grandes rabietas o pataletas emocionales dadas por su hemisferio derecho, a decir te odio y no quiero hablar nunca más contigo, aplicando la parte lógica de su hemisferio izquierdo porque su mejor amigo le hizo daño y quiere alejarse. Ambos hemisferios son necesarios, pero como padres, debemos buscar que estén conectados para evitar pasar del blanco al negro. La conexión de estas regiones cerebrales va a permitir al niño aplicar la razón y la emoción en todas las acciones de su día a día creando niños emocionalmente sanos.
Las dos herramientas que ayudan de forma determinante para ayudar la integración cerebral del niño son el movimiento y el lenguaje. Ambos elementos consiguen la activación cerebral y trabajar la coordinación de todas las regiones cerebrales. Sin embargo, nos gusta recordar que el movimiento es la primera forma de expresión y de interacción del niño con el entorno. Además, el juego motor es la llave para la maduración de todas las áreas cerebrales necesarias para que se produzca el lenguaje.
Por eso, recomendamos crear entornos de juego neuromotor que favorezcan el movimiento y la interacción verbal del bebé.