Durante mucho tiempo las asignaturas han sido elementos estancos que aislaban por completo los distintos contenidos. Diferentes corrientes educativas comenzaron a introducir el aprendizaje basado en proyectos donde los contenidos se intercalan y retroalimentan ante una realidad común. Sin embargo, en muchos de estos proyectos han dejado fuera el ingrediente que hace que el niño ame ir al colegio. El movimiento hace que el recreo o la clase de educación física sea el mejor momento del día. Esto no es algo casual. El cerebro del niño necesita movimiento para su desarrollo, y por lo tanto, el cerebro libera hormonas para que el niño recuerde ese momento como algo placentero, y así, lo repita. En este artículo te proponemos el movimiento para amar la escuela.
Además, la neurociencia nos confirma que el movimiento activa todas las áreas cerebrales, y por lo tanto, el movimiento permite que el niño este más atento al entorno que le rodea. La escuela debe basare en el conocimiento científico para mejorar los procesos de aprendizaje y por lo tanto el movimiento debería entrar de lleno en todas las aulas.
Como dice Cesar Bona » Un niño no puede ir triste o alegre a la escuela en función del maestro con el que le toque». Si el movimiento es un elemento capaz de generar felicidad. Todos los docentes deben saber utilizarlo en favor del aprendizaje. Introducir en el aula lo que Howard Gardner denomina inteligencia corporal para favorecer el desarrollo de otros contenidos es relativamente sencillo. No necesita un gran desembolso económico, ni tampoco grandes instalaciones o materiales. Simplemente hace falta la voluntad y la formación docente.
La voluntad esta en la mayoría de docentes que ya están en las aulas intentando hacer del aprendizaje un proceso más divertido. Son muchos los que ya usan la gamificación dentro del aula. Aunque en la mayoría de ocasiones la gamificación se basa más en la tecnología que en el movimiento. Pero mientras las pantallas adormecen el cerebro el movimiento lo activa y se vuelve un gran aliado para despertar la curiosidad del niño.
Espacios psicomotores para amar la escuela en infantil.
Jugar permite al niño socializar, manipular, visualizar y oír. El desarrollo de todas estas áreas sensoriales es lo que va a permitir la adquisición de aprendizajes en el futuro. Crear áreas de movimiento libre permite el desarrollo de todos estos elementos. El niño en la etapa de infantil debería poder moverse todo el tiempo y no estar anclado o a una silla para repetir una y otra vez una letra o un número. Con esto no queremos decir que no se pueda en la etapa de infantil trabajar la grafomotricidad. Escribir o dibujar es una herramienta perfecta para el desarrollo cognitivo a través de la motricidad fina. Sin embargo, no puede ser la piedra angular de los tres a los seis años. El niño no tiene el desarrollo biológico necesario para estar 5 horas al día escribiendo. Por lo tanto, el desarrollo neuromotor es mucho más importante y la escuela debe garantizar espacios que permitan el desarrollo neuromotor.
Descansos activos en primaria
Las aulas en la actualidad están diseñadas para impedir el movimiento. En el siglo XIX la educación debía ser universal y había que escolarizar a tantos niños como fuera necesario para conseguirlo. La herencia de todo este proceso son aulas super pobladas y orientadas hacia el docente.
El movimiento por si mismo es un elemento disruptivo que genera ruido al que si añadimos mucha gente y poco espacio puede provocar la perdida completa del control de una clase. Por eso, el movimiento debe ser planificado, y el docente tener la formación necesaria para saber como utilizarlo en cada momento.
Sabemos que permanecer sentados durante horas no es bueno ni para la salud, ni para el aprendizaje. Por eso, es necesario que cada cierto tiempo los docentes paren las clases para introducir algo de movimiento. Son muchos los ejercicios simples que podemos encontrar por ejemplo en el libro «gamificación en el aula».
También podemos realizar algo mucho más sencillo como recomienda el neurocientífico Tomás Calvo. Calvo ha desarrollado el «protocolo HERVAT». Un protocolo fácil de aplicar en el aula que consiste en aplicar una serie de pasos para reacondicionar el cerebro cuando observemos que este comienza ha estar cansado. El niño se pone de pie junto a su mesa y realiza cada una de las acciones que nos marca el protocolo (H) hidratación, el niño bebe un poquito de agua. (E) equilibrio, situado junto a la mesa se pone a la pata coja para favorecer la activación cerebral.(R) respiración, vamos a oxigenar el cerebro con un par de respiraciones profundas. (V) visión, actividades de movilidad ocular.(A) audición, tocar una campa y que los niños sepan cuantos toques has dado, y por último, (T) tacto, una actividad sensorial en la piel que acabe de despertar todas las áreas cerebrales.
Si algún día conseguimos en la educación que los niños vayan a clase tan felices como bajan al recreo. Ese día habremos conseguido un importante cambio en el sistema educativo.