El cerebro del bebé es demasiado amplio como para vivir en el desorden. Como vemos en muchos de nuestros artículos un cerebro integrado y bien organizado es fundamental para el bienestar del bebé. Un cerebro en desarrollo necesita límites que le permitan conectar mejor sus estadios. Los padres son imprescindibles para poner limites y enseñara a gestionar las acciones más primitivas y emocionales del niño. Por eso te preguntamos si ¿eres mamá huevo o mamá aguacate?.
Una casa en construcción
El cerebro es sin duda el órgano más complejo del ser humano. Un órgano que cuando nacemos todavía se encuentra en construcción. Una construcción que no finalizará hasta más haya de los veinte años, y que además, su desarrollo dependerá en gran medida de los estímulos externos.
Si lo comparamos con una casa, podemos decir que al nacer el bebé solo posee los pilares, elementos imprescindibles que garantizan la supervivencia. Es la parte baja del cerebro la que está más desarrollada. Una planta que cuenta con los elementos imprescindibles para poder vivir en una casa. Sin embargo, para conseguir una casa totalmente operativa el cerebro seguirá creciendo y madurando para generar plantas superiores que proporcionen un desarrollo pleno.
Esta es la rezón por la que el cráneo del bebé es blando y unido por fontanelas porque todavía está en crecimiento. El cerebro posee una primera planta primitiva y es la estimulación con el entorno la que va a permitir generar plantas superiores en lo que se conoce como corteza cerebral que hará que la lógica vaya poco a poco ayudando a controlar a la emoción.
De los 0 a 3 años es la parte más baja e interna del cerebro la que toma el control en las interacciones con el entorno. Es la parte del cerebro más desarrollada, y por lo tanto, es normal que sea la parte que el niño más usa. Los berrinches, los enfados por querer algo a toda costa, el insulto, o incluso la agresión física, no es más que las zonas mas primitivas del cerebro queriendo alcanzar un objetivo. Es el movimiento y el lenguaje lo que permiten alcanzar plantas superiores, crear paredes que controlen la impulsividad y construir una biblioteca en la planta superior donde el niño pueda usar la lógica.
¿Mamá huevo o mamá aguacate?
Conocer el desarrollo cerebral desde su zonas más interiores hasta las exteriores puede ayudar a muchos padres a relativizar y entender en gran medida el comportamiento de sus hijos. Sin embargo, entender no significa permitir. Cuando un comportamiento es inadecuado es necesario verbalizarlo y hacérselo saber al niño. Poner limites es la clave para ayudar al niño a controlar la parte de su cerebro que tiene el control.
En este punto nos encontramos con dos tipos de padres que con su conducta limitan o no la parte irracional del cerebro del niño.
Mamá huevo: Los papás huevo son aquellos que tienen muy claro que el niño necesita límites y cuando el pequeño saca todos los juguetes de su cuatro para jugar, los padres le gritan muy fuerte que debe recogerlos. Son como un huevo duros y fríos desde el principio. Su cáscara es inflexible y tienen claro que el niño debe recoger los juguetes. Sin embargo, se cansan pronto y en cuanto el niño dice dos veces que «no quiero recoger» o les monta una «pataleta» acaban siendo ellos los que recogen todos los juguetes que el niño ha sacado. Son muy firmes por fuera pero al final el límite acaba quedando en nada.
Mamá aguacate: Los papás aguacate tienen igual de claro que el niño necesita limites y los imponen intentando conectar con la parte lógica del niño. Un padre o madre aguacate hablará al niño con calma sin llegar nunca a desesperar porque sabe que será el niño quien acabará recogiendo los juguetes. Puede hablar con él, puede ayudarle al principio o indicar los lugares de recogida e incluso se anticipa a problemas que haya vivido previamente. El niño no puede sacar todos los juguetes porque después no los recoge, por lo tanto le explica que primero saca uno y hasta que no lo recoja no podrá sacar el siguiente. Es un padre que se puede consideran blandito por fuera, pero en su interior existen unos principios que son claros y que van siempre en beneficio de la crianza del niño.
Jugar elemento de salud y desarrollo
Sabemos que ser padre es un trabajo de veinticuatro horas al día. Una tarea gratificante pero que en muchas ocasiones puede resultar agotadora. Por esta razón, nosotros siempre proponemos el movimiento como vehículo para acceder a la parte emocional del niño a través del juego. Los elementos que propician la acción motriz permiten que un niño se desarrolle físicamente, que su cerebro descanse y se integre mejor, permitiendo al adulto conectar con la parte más emocional del niño a través del juego mientras construye poco a poco la lógica de su corteza cerebral